BENEDICTUS IN CONFLICTUS

Casi siete años demoró Joseph Aloisius Ratzinger en cumplir su primera cita con México como el papa Benedicto XVI. El contraste con su antecesor Karol Wojtyla es dramático. El papa Juan Pablo II no demoró ni tres meses en abrazar a los mexicanos como su feligresía predilecta. A los tres meses de entronizado, nuestro país fue el destino de su primer viaje. Y en sus 27 años como sucesor de San Pedro, viajó a nuestro país en cinco ocasiones, convirtiendo a su “México Siempre Fiel” en la nación más visitada durante su pontificado. Sin embargo, detrás de la aparente frialdad con la que Benedicto XVI ha tratado hasta hoy a una de las naciones con el mayor número de católicos, podrían esconderse preferencias, sentimientos y temores personales, e incluso resabios muy particulares hacia la jerarquía católica mexicana y su comportamiento.